jueves, 19 de enero de 2017

EL ISLAM Y OCCIDENTE

EL ISLAM Y OCCIDENTE



ORIGENES DEL ISLAM
El Islam -religión que nació como una secta sincrética que unía elementos del judaísmo con los del cristianismo- supone una experiencia religiosa originalísima, en perfecta armonía con el entorno en el que surgió: el desierto atravesado por las caravanas de comerciantes, ciudades bulliciosas en los oasis donde se entrecruzan los caminos, predicadores de la religión abrahámica y anacoretas que buscan a Dios en la soledad, la mortificación y la meditación.
Mahoma es un creyente radical capaz de percibir en el rostro invisible de Dios su lado más misericordioso, de modo que todas las suras del Corán se inician invocando precisamente su misericordia. Su fe impetuosa le atrae pronto adeptos; en su familia en primer lugar, porque estamos en una cultura de clan, pero pronto entre los ciudadanos de Medina y La Meca, y en nuestros días por todo el mundo.
Mahoma cree, recibe directamente de Dios el texto sagrado y funda el Islam, la religión de los sumisos a la voluntad suprema del Creador. Una religión de teología absolutamente simple, y de una fecundidad asombrosa.

VIDA DE MAHOMA 
Mahoma, nació en La Meca, en 571. Profeta árabe, fundador de la religión musulmana. A los seis años quedó huérfano y fue recogido por su tío Abú Talib, al que acompañó en sus viajes de comercio.

A los veinticinco años Mahoma se casó con la rica viuda Jadicha, de quien era criado; Jadicha le dio una hija -Fátima-, además de una posición social más desahogada como un comerciante respetado en la ciudad. Conoció -si bien superficialmente- las dos grandes religiones monoteístas de su época a través de las pequeñas comunidades cristiana y judía que habitaban en La Meca y quizá también por sus viajes de negocios. Con tan escasa cultura -pues probablemente era analfabeto- se permitió crear una religión que serviría de base para toda una cultura de difusión universal.

A los cuarenta años Mahoma comenzó a retirarse al desierto y a permanecer días enteros en una cueva del monte Hira, en donde creyó recibir la revelación de Dios -Alá-, que le hablaba a través del arcángel Gabriel y le comunicaba el secreto de la verdadera fe.
En Medina, Mahoma se convirtió en un caudillo no sólo religioso, sino también político y militar. Mahoma fue personalmente el creador de la teología islámica, que quedó reflejada en el Corán, único libro sagrado de los musulmanes; es una colección de sentencias que se suponen inspiradas por Alá y que fueron recogidas en vida del profeta y recopiladas hacia el 650.

En los dos últimos años de la vida de Mahoma el Islam se extendió al resto de Arabia, unificando a las diversas tribus paganas que habitaban aquel territorio.

EL ISLAM CLASICO
El islam clásico es un período en la Historia de la civilización islámica que comienza en la Arabia pre-islámica. Las tribus árabes con Mahoma a la cabeza comenzaron en el siglo VII (primero de la Hégira) un movimiento (a la vez migratorio, de expansión cultural y religiosa y de conquista militar) que duró nueve siglos; hasta finales del siglo XV, en que, por un lado se produce el fin del Reino de Granada (último reino musulmán de al-Ándalus, 1492), y por otro comienza el apogeo del Imperio otomano (toma de Constantinopla, 1453).
  
EN EL RESTO DEL VIEJO MUNDO

La historiografía clásica considera que la expansión fuera de Arabia fue resultado de una rápida expansión militar, dándola por finalizada a mediados del siglo VII, y han comparado esta expansión con las campañas de Alejandro Magno. Hay una visión excéntrica del proceso (divulgada en los años 1970 y original de Ignacio Olagüe Videla La Revolución islámica en Occidente, 1966-1969), según la cual se niega que se hubiera producido una invasión (que entiende imposible debido a la escasa población árabe y la pobreza de sus medios logísticos, que no le permitirían realizar grandes operaciones militares, ya sea a través del mar o del desierto, y, aún menos, derrotar a tantos pueblos en tan poco tiempo) sino un "un clima revolucionario que permitió el brote de nuevos conceptos".
En la segunda mitad del siglo VII tienen lugar más conquistas y la expansión llega a sus límites de fronteras estables que perdurarán así durante siglos. Es el dominio de las dinastías de los omeyas y los abasidas. Por occidente llegaron hasta Hispania y por oriente hasta China e India.
La conquista y expansión fue un fenómeno sorprendente realizado en relativamente poco tiempo y con aparente facilidad. Se dieron esas circunstancias por varios motivos, unos aportados por los propios árabes y otros por el enemigo común a todos ellos.
Los árabes musulmanes contaban en su provecho con una firme convicción religiosa, una cohesión guerrera heredada del mundo tribal de que procedían, una fuerza suficiente para poder vencer, una tendencia especial a saberse mover y controlar las rutas y además, una gran habilidad para pactar con el enemigo. Los puntos fortificados se iban rindiendo no sólo por el empuje de las armas sino por la oferta de capitulaciones benignas que aseguraban el respeto a la situación personal, jurídica, religiosa y administrativa de los cristianos, judíos y mazdeos, quienes inmediatamente pasaban a ser protegidos (dimmíes).

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